lunes, 3 de diciembre de 2012

El amor trajo la luz

Cuento realizado en conjunto por los estudiantes de la Institución Educativa Aures que participaron en el taller de Periodismo.


Había una vez una joven que vivía en un bosque muy, muy lejano donde nunca salía el sol. La joven era una bruja enana a quien sólo le gustaba hacer el bien y tenía el pelo tan brillante como el oro. Cielo se sentía muy triste porque no veía nunca un rayito de sol. Vivía con Estrella, su hermana, y con Rayo, su padre. Su madre, Luna, el ser que ella más había amado, había muerto hacía tres  años y desde eso, cada vez que miraba al cielo y la luna brillaba en la oscuridad, se acordaba de ella.



Ilustración realizada en Paint por algunos de los estudiantes.

Uno de esos días oscuros, un hombre que vivía en un pueblo cercano, llegó a conquistarla. Sin embargo, los celos de su padre comenzaron a ser un impedimento para que pudieran consumar su amor. Además, Estrella también le hacía la vida imposible. Ella quería conseguir que Caronte, aquel hombre que llegó a conquistar a Cielo, se fijara en ella. 



Ilustración realizada en Paint por algunos estudiantes.

Pasaron los días y llegó Caronte a escondidas al cuarto de Cielo. Mientras planeaban escaparse, Estrella detrás de la puerta escuchaba atenta para impedírselos. Enfadada y celosa, fue hasta la habitación de su padre, lo despertó y le contó los planes de su otra hija. Corrieron juntos a la habitación, pero ya era demasiado tarde. Lo único que pudieron encontrar fue una nota encima de la cama de cielo que decía: “Papá, yo amo a Caronte y quiero ser feliz el resto de mis días con él. En el lugar al que iremos dicen que hay una estrella gigante que brilla en el cielo. Ojalá algún día puedas tú verla también. Te quiero. Cielo”.


Un año después, Rayo recibió la segunda carta de su hija. En ella le contaba que hacía un mes había dado a luz un hermoso bebé al que le había puesto Eclipse, que se casaría con Caronte en dos meses y que la haría feliz si él fuera.


Durante la boda, Estrella y Rayo se arrepintieron ante los esposos del trato que les habían dado y ellos, en reconocimiento a su buen gesto, tomaron una caja, la pusieron al sol, la cerraron y se las entregaron para que llevaran luz a su oscuro pueblo. Así, todos vivieron felices para siempre.